Filipinas, aetas y mi mundo al revés por primera vez

Ideas on Tour Filipinas

#historia30

Sant Celoni (Barcelona), 7 de abril de 2020

Hacía días que no echaba en el sofá y le daba a esto de los recuerdos batamanta en mano. 

Pero ayer me dió por entretenerme otro rato así.

Y me acordé del primer viaje que hice fuera de Europa o de los Estados Unidos. Fuera de una parte de eso que llamamos “Occidente”.

Ese verano de 2009 me fui a Filipinas, en un campo de solidaridad con la ONG Setem Catalunya. 

1 mes, 9 personas arrejuntadas por casualidad, 3 organizaciones, varios proyectos y 1 país. 

Bueno, en realidad, no conocí un país. 

Conocí Manila y la Bahía de Manila, la parte más fea de uno de los archipiélagos más bonitos del mundo.

Ole tú.

Pero bueno, poco me importó no visitar las terrazas de arroz ni hacer submarinismo en el paraíso antes de que Filipinas se pusiera de moda…

¿Sabías que Filipinas está compuesta por más de 7107 islas? 

Aetas

Convivir con los aetas fue de lo que más me ha impactado en mis viajes (y fuera de ellos).

Ni idea de quienes son los aetas, ¿no?

Yo no lo sabía. 

Y aluciné. 

Son nativos de la isla de Luzón, la mayor. 

Llegaron al archipiélago hace 30.000 años.

O 40.000, depende de a quién le preguntes.

Viven en el bosque (léase selva total), en cabañas de madera y bambú, construidas a un metro del suelo, para evitar el torrente de las épocas de lluvia y los bichos que suelen campar a sus anchas entre tanto vergel selvático. 

Suelen ser bichitos peculiares a los que gusta esparcir veneno por ahí, yatusae

A lo que iba, son construcciones de una estancia, el dormitorio.

Dentro, solo hay esteras. 

Durante el día, esteras apoyadas en la pared. 

Por la noche, esteras estiradas en el suelo. 

A cerrar los ojos y a dormir hasta el amanecer. 

La cocina está fuera: un fuego a gas, cacerolas y cacharros de aluminio y plástico.

El depósito también: aquí el agua de lluvia cae sin contaminar.

Ni mesa ni cubiertos: unas rodillas prodigiosas y unos dedos limpios como los chorros del oro invitan a comer de cuclillas y de un mismo plato, compartiendo manjar.  

No tienen luz.

No hay baño. 

¿Quién quiere baño cuando tienes toda una selva para abonar? 

Aprendizajes

Los 9 guiris alucinábamos. 

Y Celia, la trabajadora social, respondía con una paciencia de santa a las tropocientas preguntas que disparábamos sin parar. 

Imagina: selva, montañas, verde clorofila hasta donde alcanza la vista, cabañas de bambú, gallinas libres (qué huevos, oye… ), arcos y flechas para cazar, buffalos de agua por doquier y “cuidado con las serpientes” por doquier, también.

Y los aetas, of course. 

Aetas. Agtas. Aytas.

Pueblo originario de las Filipinas. 

¿Cómo te los imaginas? 

Venta, tómate unos segundos… 

Cabello negro. 

Rizado (muuuuuy rizado).

Nariz pequeña y chata. 

Ojos marrón oscuro o negro. 

Pies bien anchos, siempre descalzos para agarrarse bien a la tierra. 

Chiquitos. 

Y la piel tostada. 

Nada de los rasgos filipinos ni asiáticos que esperaríamos en aquella región. 

Nadie sabe si estuvieron siempre allí, si son descendientes del mismo grupo que pobló Papúa Guinea o si llegaron de África en algún momento entre los últimos 50.000 y 30.000 años.

Una de las comunidades originarias del archipiélago.

Que me dejó con la cabeza loca. 

Por ver con estos luceros una realidad completamente ignorada del Planeta Azul.

Por plantarme una vez más en los morros la estructura del racismo y discriminación, esta vez en la selva de la Bahía de Manila.

Por conocer un pueblo generoso, amable y acogedor.

Y por saber que la esperanza de vida de una persona aeta es de 16,5 años. 

Año 2020. 5G. Impresoras 3D. Tacones de aguja. Cava azul con burbujitas chiripitiflauticas.

Y una esperanza de vida de 16,5 años. 

Viajes que desaletargan conciencias

Hay viajes que desaletargan conciencias inconscientes. 

Porque un viaje no te cambia, sino que te muestra cosas que desconocías o que no querías ver. 

A mí me llevó a ver, mirar y leer el mundo desde distintas perspectivas.

Los campos de solidaridad de Setem Catalunya son una invitación a seguir aprendiendo y formándonos sobre el Sur Global con una mirada crítica, interseccional y amplia.

A seguir haciéndonos preguntas.

En 2024 siguen los Campos de Solidaridad en México, Bolivia, India, Brasil y Argentina. Previa al viaje, hay una formación para visitar los proyectos en esos países sin cagarla y comprendiendo algo mejor el contexto, las desigualdades Norte-Sur.

Estamos a mediados de abril de 2024 y aún tienes un par de semanas para apuntarte. En mayo es la formación “Acercarse al Sur”,la misma formación que hice antes de viajar a con Setem a Filipinas, hace ya 15 añazos.

Y esta vez estaré al otro lado, como formadora. Dándole vueltas a la cabeza y al corazón. Cuestionando maneras de ver, de mirar, de pensar y de vivir. Ampliando miras y construyendo un mundo mejor.

Me hace mucha ilusión.

Si quieres seguir acercándote al Sur sin moverte de casa, en el enlace:

Campos de solidaridad Setem Catalunya 2024

Un abrazo,

Anna 

Anna Rodríguez Casadevall
anna@ideasontour.com