Vemos, miramos e interpretamos el mundo condicionados por el lugar donde crecemos, por nuestra familia, nuestro círculo, por nuestra clase social, por nuestros privilegios o por la falta de ellos.
Por tantas maneras de relacionarnos, de comprendernos y de vivir en la diferencia y la diversidad.
Por nuestra cultura. Nuestras culturas. Por nuestra educación.
La escritora nigeriana Chimamanda Adichié cuenta que nuestras vidas están hechas de muchas historias interrelacionadas y que, si prestamos atención a una única versión sobre una persona, una cultura o un país, corremos el riesgo de caer en una incomprensión monumental.
De simplificar, de poner etiquetas y de caer en lo que llama ‘el peligro de la historia única’.
Una cura que ayuda a abrir los ojos, a graduar las gafas de ver el mundo, comprender a esos vecinos que llegaron de otros lugares y de pasarle el altavoz a quien normalmente no lo tiene.
Y dicen que esto de la interculturalidad se refiere a la construcción de relaciones equitativas entre personas, comunidades, países y culturas, e incluye elementos históricos, sociales, culturales, políticos, económicos, educativos, antropológicos, ambientales, entre otros.
A procesos que se inician desde abajo hacia arriba, desde la acción local, individual y colectiva, que buscan producir transformaciones sociales y construir el camino hacia la justicia global.
Mario Benedetti nos dejó esta frase tan hermosa que nos invita a descubrir y comprender nuevas realidades.
Pero olvidó añadir que solo con la buena fe y las ganas de cambiar el mundo no hay bastante.
Porque querer y creer en un mundo más justo no se logra con limosna.
Ni con beneficiencia.
Ni con folklore barato.
Ni con nada que venga impuesto de arriba, ni de Norte a Sur, ni del FMI ni de sus primos lejanos.
También escribo. Por placer y por trabajo.
Es como respirar pero en celulosa y tinta. O en teclado. La vida moderna, ya sabes.
Pero a lo que iba: cuando le des al botón, recibirás la No-guía para mentes curiosas.
Me gusta comunicarme por correo electrónico, las cartas del siglo XXI. Así que, de vez en cuando, recibirás correos con historias de aquí y de allá, de distintos lugares del Planeta Azul que conozco de primera mano.
Historias intimistas y contadas en primera personas sobre choque cultural, comunicación intercultural, cotidianidades de distintos lugares del mundo, situaciones de conflicto cultural, adaptación a una nueva realidad cultural, prejuicios que explotan en la cara y de estrategias para afrontarlos.
Quizá te interesen. Quizá no.
Tal vez te gusten. Tal vez no.
Si resulta que no, te das de baja y la tierra le seguirá dándole vueltas al astro rey.
Si tú también quieres, bienvenida, bienvenido.