Fridocha Kahlo y el sapo Rivera

#historia23

Ciudad de México, 8 de julio de 2019

Anna Rodríguez Casadevall

Ayer fue un domingo dominguero de los bueno, de esos de estar sin prisa, espachurrarme en el sofá, leer, charlar y mirar pelis. 

Después de 10 minutos pasando pelis en la lista interminable de opciones, me decidí por Frida

La peli está bien, pero vamos, que lo fascinante es Frida Kahlo en sí y su manera de vivir, tan libre en muchos aspectos y tan limitada en muchos otros. 

Kahlo y su arte son bien especiales.

Gustan o no.

Provocan rechazo o una cercanía brutal.

Empatizas o los mandas a tomar viento.

Esa dualidad con que tanto me identifico. 

Da un gustazo que no veas mirar una peli y reconocer los escenarios porque has estado allí.

No sé, como que te metes más dentro de la historia y es más fácil sentir lo que te quieren contar. 

Reconocí esos lugares tan singulares de Ciudad de México y me puse a pensar en Frida Kalho.

No la artista, si no la persona. 

Me la imaginé. 

Y me gustó lo que vi.

Si nos conociéramos, ¿nos llevaríamos bien? ¿me gustarían sus fiestas o sería la más puritana? ¿aborrecería a Rivera o me seduciría? ¿me haría pequeña al lado de una personalidad tan fuerte o crecería gracias a ella?

No sé, preguntas de domingo libre sin ordenadores de por medio. 

Hace unos años, publicaron su diario personal a todo color, se puede comprar en muchas librerías. 

Hace unas semana lo tuve en las manos y solo pude hojearlo un par de minutos.

La intimidad de ese diario es tan fuerte que me resultó muy violento meterme en sus escritos, sus dibujos, sus pensamientos, sus sentimientos.

No me ocurrió con El diario de Ana Frank ni con ningún otro diario personal publicado después de que su autor o autora falleciera para que las masas lo disfrutemos.  

Pero el diario de Kahlo se me hizo muchísimo más íntimo y personal, y no pude leerlo, ni mucho menos salir de la librería con él bajo el brazo.

No porque no me gustara, si no porque sentí que no quería entrar en un lugar al que nadie estaba invitado. 

Si esa es la intensidad de un diario escrito hace 70 años, imagina cómo debería ser la mujer que movía la tinta, el carboncillo y la celulosa.

Qué maravilla. 

México es un país intenso.

De cabo a rabo.

Maravilla al cuadrado. 

Es elegante, creativo, divertido, moderno, guapo, negociante y muchas cosas más. 

Estudiar su(s) cultura(s) y vivir en ellas para pasar de lo teórico a lo práctico y de lo estudiado a lo sentido y vivido, es una maravilla al cubo. 

Muy a menudo me cuestiono los discursos sobre lo que es o no la interculturalidad, las certificaciones, las teorías, las clasificaciones, las categorías y las etiquetas que usan (¿usamos?) los interculturalistas.

Ya lo decía Einstein: El aprendizaje es experiencia. Todo lo demás es información“.

Un abrazo,

Anna

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Anna Rodríguez Casadevall
anna@ideasontour.com